Esta historia será considerada como epílogo para la saga de futuros libros de: “El Torneo de los Magos".
El Chico del Laberinto
Cerca de la aldea Drain, en los límites de los campos de siembra se encontraba la gran cordillera Gris, formada por las montañas más altas del mundo, su extensión era tal que cruzaba dos reinos completos, al norte comenzaba por rodear el reino de Alcalabeth, las montañas recorrían en forma de «L» el espeso bosque que daba paso a un imperio magnífico con grandes construcciones de piedra blanca. Al terminar dicho bosque, la cordillera comenzaba a descender directo al sur dejando al reino de Menintar a su costado derecho, lo que dividía ambos reinos exactamente por la línea del ecuador. Menintar era un reino más sencillo, pero igual de poderoso, sólo que sus intereses eran otros que los de presumir su poder.
En fin, en Drain, cerca de lo campos de siembra, a los pies de la montaña, una gran cueva era objeto de una misteriosa historia:
I. Perdido
Los niños de Drain tienen un juego muy particular que se supone de muestra quién es el más valiente, y aunque ese juego está prohibido por los mayores, muchos aún lo practican. El juego es simple, quien entre más profundo en el laberinto es el más valiente.
Muy pronto Saí cumpliría los once años, edad en la que según la tradición los niños se convertían en guerreros, estos eran tiempos de paz, pero la tradición es la tradición. En su casa se hicieron los preparativos para la celebración y casi todos en la aldea fueron invitados ya que la familia de este niño era de las más famosas y queridas debido a su madre, quién fue una de las primeras mujeres guerreras y de los mejores guerreros que tuvo el reino, desafortunadamente murió en una batalla.
Entonces llegó el día de su cumpleaños, muy temprano por la mañana los amigos de Saí llegaron por él y con permiso de su abuela salió con ellos a pasear antes de la fiesta en su honor, estos jóvenes tenían diferentes edades pero todos eran mayores que él, desde los doce a los 17. Los otros chicos le contaron la historia de la cueva y que ya estaba en edad de pasar la prueba.
Juntos llegaron a la entrada en donde un letrero clavado al suelo advertía claramente que estaba prohibido estrictamente la entrada. Sin hacer caso, los demás jóvenes persuadieron a Saí a entrar con ellos a la cueva, en donde ya tenían preparadas unas mochilas con antorchas y algo de comida. Poco a poco la cueva fue haciéndose angosta hasta convertirse en un túnel, el cual dio vuelta a la izquierda a unos cuantos metros, luego a la derecha, enseguida a la izquierda de nuevo y ahí el camino se dividió en dos.
La verdad no importaba cual sendero tomaran ya que unos 100 metros después de camino sinuoso los dos caminos se volvían a unir en una cámara circular que no parecía haber sido creada por obra de la naturaleza ya que las paredes de ésta se encontraban perfectamente talladas en linea recta y cuatro caminos nuevos se abrían paso en ella con inscripciones en alguna lengua extraña.
En todo el tiempo que llevaban viviendo en esa aldea ese era el punto más lejano al que los chicos habían llegado, y no se atrevían a avanzar más, pero querían ver si podían engañar a Saí a entrar solo más allá, esa sería su prueba de valentía.
Entonces llegó el día de su cumpleaños, muy temprano por la mañana los amigos de Saí llegaron por él y con permiso de su abuela salió con ellos a pasear antes de la fiesta en su honor, estos jóvenes tenían diferentes edades pero todos eran mayores que él, desde los doce a los 17. Los otros chicos le contaron la historia de la cueva y que ya estaba en edad de pasar la prueba.
Juntos llegaron a la entrada en donde un letrero clavado al suelo advertía claramente que estaba prohibido estrictamente la entrada. Sin hacer caso, los demás jóvenes persuadieron a Saí a entrar con ellos a la cueva, en donde ya tenían preparadas unas mochilas con antorchas y algo de comida. Poco a poco la cueva fue haciéndose angosta hasta convertirse en un túnel, el cual dio vuelta a la izquierda a unos cuantos metros, luego a la derecha, enseguida a la izquierda de nuevo y ahí el camino se dividió en dos.
La verdad no importaba cual sendero tomaran ya que unos 100 metros después de camino sinuoso los dos caminos se volvían a unir en una cámara circular que no parecía haber sido creada por obra de la naturaleza ya que las paredes de ésta se encontraban perfectamente talladas en linea recta y cuatro caminos nuevos se abrían paso en ella con inscripciones en alguna lengua extraña.
En todo el tiempo que llevaban viviendo en esa aldea ese era el punto más lejano al que los chicos habían llegado, y no se atrevían a avanzar más, pero querían ver si podían engañar a Saí a entrar solo más allá, esa sería su prueba de valentía.
Saí pensó que aún era temprano y que no tardaría mucho en llegar a un punto un poco más profundo y regresar con sus amigos a la fiesta, tomó su mochila y una antorcha y sin pensarlo dos veces entró por el camino de extrema izquierda.
Caminó y caminó siempre con su mano izquierda pegada a la pared, así si tenía que dar una vuelta o tomar un camino diferente, recordaría que siempre tomó el camino de la izquierda y no le sería difícil regresar a la cámara central.
Luego de un rato consideró que ya era suficiente y que era hora de volver, se dio vuelta y pegó su mano derecha sobre la misma pared y comenzó a caminar, pero inesperadamente un ruido nuevo para él y sus amigos rugió por todos los túneles del laberinto y un terremoto comenzó a sacudir las paredes de las cavernas más profundas. Saí y sus amigos se asustaron con este suceso, Saí sólo pudo hacerse bolita cubriendo su cabeza con los brazos, mientras que sus amigos salieron corriendo de la cueva lo más rápido que pudieron pensando que el lugar se vendría abajo.
Minutos después todo estuvo en calma, Saí se incorporó, recogió su antorcha y continuo caminando, y caminó y caminó por un largo tiempo, incluso más del que le había tomado llegar hasta el punto más lejano, entonces comenzó a asustarse y pensó que el terremoto anterior pudo haber bloqueado la entrada y que ahora estaba encerrado en el laberinto sin ninguna otra salida.
Los otros chicos corrieron através de los campos hasta llegar al centro de la aldea donde los preparativos de la aldea estaban finalizando y donde los adultos se encontraban. Les explicaron que todos se encontraban en la cueva del laberinto y que por el terremoto se habían dividido y Saí se había quedado atrapado dentro, ellos pensaron que todo era una broma ya que ningún terremoto había sucedido pero al ver lo agitados que estaban sus hijos de inmediato todos se dirigieron a la cueva.
Saí continuó caminando hasta que el hambre le recordó que ya era tarde, se sentó en sobre una roca de buen tamaño que encontró y miro en su mochila a ver que encontraba en ella.
Caminó y caminó siempre con su mano izquierda pegada a la pared, así si tenía que dar una vuelta o tomar un camino diferente, recordaría que siempre tomó el camino de la izquierda y no le sería difícil regresar a la cámara central.
Luego de un rato consideró que ya era suficiente y que era hora de volver, se dio vuelta y pegó su mano derecha sobre la misma pared y comenzó a caminar, pero inesperadamente un ruido nuevo para él y sus amigos rugió por todos los túneles del laberinto y un terremoto comenzó a sacudir las paredes de las cavernas más profundas. Saí y sus amigos se asustaron con este suceso, Saí sólo pudo hacerse bolita cubriendo su cabeza con los brazos, mientras que sus amigos salieron corriendo de la cueva lo más rápido que pudieron pensando que el lugar se vendría abajo.
Minutos después todo estuvo en calma, Saí se incorporó, recogió su antorcha y continuo caminando, y caminó y caminó por un largo tiempo, incluso más del que le había tomado llegar hasta el punto más lejano, entonces comenzó a asustarse y pensó que el terremoto anterior pudo haber bloqueado la entrada y que ahora estaba encerrado en el laberinto sin ninguna otra salida.
Los otros chicos corrieron através de los campos hasta llegar al centro de la aldea donde los preparativos de la aldea estaban finalizando y donde los adultos se encontraban. Les explicaron que todos se encontraban en la cueva del laberinto y que por el terremoto se habían dividido y Saí se había quedado atrapado dentro, ellos pensaron que todo era una broma ya que ningún terremoto había sucedido pero al ver lo agitados que estaban sus hijos de inmediato todos se dirigieron a la cueva.
Saí continuó caminando hasta que el hambre le recordó que ya era tarde, se sentó en sobre una roca de buen tamaño que encontró y miro en su mochila a ver que encontraba en ella.